Educación Bethlemita 

1. Educar para la trascendencia.

El cultivo de la interioridad y la trascendencia capacita a los estudiantes para:  

  • Conocerse a sí mismos y desarrollar un modo reflexivo sobre el sentido de la vida.  
  • Valorar éticamente sus acciones y omisiones; sus palabras y silencios.  
  • Construir una adecuada escala de valores y vivir conforme a ella.  
  • Despertar sensibilidad hacia el misterio, experimentar la trascendencia como motor de la vida humana, impulso vital que mueve a ir más allá, a dejar huella de servicio y bien común.  
  • Vivir la experiencia estética: disfrutar la belleza, la realidad, captar lo sublime de las cosas.  
  • Ser receptivo a la llamada interior para la vocación personal.  
  • Quienes profesan la fe católica optan conscientemente por Jesucristo, participar activamente en la vida sacramental y litúrgica y en la práctica de las devociones propias de la espiritualidad Bethlemita.  
  • Asumir una actitud de relación filial y amorosa con Dios que se proyecte en sus relaciones con el otro, con la vida y el cosmos.  
  • Vivir una experiencia de Dios a través del silencio, la oración y la escucha de la Palabra.  
  • Valorar su fe y otros modos de encuentro con lo trascendente y otras experiencias religiosas, sin renunciar a sus convicciones.  

2. Educación en valores.

Los valores no se enseñan al estilo de asignaturas; los valores se descubren, se viven, se encarnan. En esta línea, la educación Bethlemita impulsa una cultura institucional cuyo ambiente favorece una sensibilidad abierta a todo lo que es humano, desde una didáctica que impulsa el dinamismo internalización-acción en un marco de libertad y de responsabilidad. Libertad para elegir el bien; responsabilidad para dar razón de las decisiones y para asumir las consecuencias de los actos.  

Un lugar central en la formación en valores, lo ocupa la formación en valores cristianos, los cuales se convierten en el soporte que aviva en los jóvenes la esperanza de construir una sociedad justa, fraterna, solidaria y en paz a la luz de las enseñanzas del evangelio y del espíritu de Belén.  

    3. Educación en la justicia por la fe.

    El capítulo V de las Constituciones Bethlemitas, dedicado a la misión apostólica, plantea en el numeral 86 b: “característica especial de nuestra educación debe ser la formación en la justicia por la fe, para lograr cristianos comprometidos en la realización del plan de Dios, en el amor y la paz”. La educación Bethlemita, prepara a los estudiantes para una vida de servicio y compromiso social.  

    Insertas en la cultura, las instituciones educativas Bethlemitas, viven el dinamismo de educar a los estudiantes para que respondan a las necesidades y retos de la sociedad y para que colaboren en la construcción de sociedades justas, desde una conciencia crítica, el compromiso con la dignidad y los derechos de las personas.  

    4. Educación en y para la solidaridad, la responsabilidad social y ambiental.

    La educación Bethlemita forma en y para la solidaridad, con un marcado compromiso social. Sus procesos educativos conjugan autonomía y colaboración, desarrollo individual y compromisos compartidos, con el fin de que sus estudiantes desarrollen una sensibilidad social que los comprometa en la transformación de las situaciones que generan pobreza, marginación, injusticia, destrucción de la vida, del ambiente y del planeta, desde una ética del cuidado y del servicio común. 

    La proyección a la comunidad en las instituciones educativas Bethlemitas fortalece la sensibilidad hacia las personas más necesitadas, en un compromiso con la equidad, la justicia y la solidaridad. De igual manera, la educación ciudadana, fundamentada en el respeto y amor a la persona, conocimiento, defensa y promoción de los derechos humanos, en el cuidado y protección del medio ambiente, compromete a todos los miembros de la comunidad educativa en la formación de ciudadanos honestos, justos, democráticos, constructores de paz y solidarios; sobrios y austeros frente a una sociedad del consumo y del derroche.  

    El voluntariado y la proyección social: los avances de la ciencia y la técnica que favorecen la calidad de vida de millones de seres humanos, tienen un revés duro e inhumano: el sufrimiento de personas y pueblos que son excluidos del progreso y desarrollo; condenados a la pobreza y a la miseria.  

    Frente a realidades duras que anulan y atropellan la dignidad humana, surgen movimientos que proponen iluminar con la luz de la esperanza estas realidades, uno de ellos es el voluntariado. En cada ser humano existe la semilla del servicio que se convierte en anhelo sincero y desinteresado de procurar el bien a los demás, mediante el compromiso desinteresado, cuyo fin es contribuir en la construcción de sociedades justas y equitativas.  

    5. Educación desde el diálogo fe-cultura.

    Insertas en pluralidad de culturas, las instituciones educativas Bethlemitas son escenarios privilegiados para el diálogo fe-cultura; encarnan el compromiso de evangelizar la realidad de los estudiantes con las metodologías, el lenguaje y los saberes propios del mundo académico. Hoy, más que nunca urgen reflexiones profundas sobre el sentido de la vida, la dimensión ética del desarrollo y el objetivo humanizado del avance científico y tecnológico, que lleve a los estudiantes a tomar decisiones coherentes con la ética cristiana. 

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